La triste realidad para la tercera edad en la bahía de Jiquilisco
- angelitho castillo

- 6 dic 2019
- 2 Min. de lectura
Decenas de ancianos trabajan día a día bajo el sol para llevar el pan de cada día a sus casas. Humildemente esta señora es recolectora de conchas el cual es un trabajo difícil y pesado. Ya que tiene que madrugar, irse en su bote hasta llegar al punto donde se baja y comienza a trabajar escavando en las raíces del manglar.

Con las manos y pies llenos de fango, su afán es aprovechar que la marea está vaciante en la bahía de Jiquilisco para poder extraer curiles para poder venderlos y llevar el sustento para alimentar a su familia.
El costo de la canasta básica ha incrementado y eso resulta difícil que el sueldo que tiene su compañero de vida les ajuste a cubrir las necesidades en el hogar, razón por la cual se expone al fuerte Sol y a enfermedades por la contaminación al meter sus extremidades en ese lodo.

Muchas familias que viven a orillas de la bahía, cuando la pesca es deficiente o no encuentran trabajo, se dedican de forma temporal a sacar conchas. Unos lo hacen para el consumo y otros para venderlas.
En las zonas rurales de el salvador, donde no está un hombre responsable del hogar, la importancia del cuidado de las uñas no es desesperante para algunas mujeres, porque son las que cultivan la tierra para poder llevar el pan de cada día a sus hogares.
Sinceramente existen mujeres trabajadoras que tienen más “huevos” que muchos hombres, porque no se avergüenzan de ir por la calle cargando una Cuma, azadón o machete, o que otras mujeres con más recursos económicos la vean de menos.
Trabajar la tierra es una tarea dura y muchas mujeres lo hacen para poder darles el sustento diario a sus hijos.




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